jueves, 16 de julio de 2015

La pasión que encontró la niebla

El atardecer la hizo su prisionera.
Intentó recordar su mundo fuera de la caja
Ahora tenía un piano, que movía al tren del sentido.
Si deja de tocar, perdería la cabeza.
O peor, olvidaría.

En su casa también hacía frío.
Pero no sabía lo que el frío era cuando le traía los labios de chocolate
Y sus manos...
¡NO!
¡Había olvidado sus manos!
¿Eran blancas como la nieve que la rodeaba?
¿O negras como su corazón después de que se haya marchado a la guerra?
No.
Era rojas como la pasión que encontró la niebla.

Podría jurar que lo escuchó gritar en el bosque.
Tal vez si perdiera la cabeza
Podría encontrarlo

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